Una reciente conversación vacacional (y vocacional) con un amigo acerca del incierto futuro del trabajo (del suyo) y por extensión sobre el porvenir profesional de nuestros hijos, me inspiró a reflexionar aquí de forma algo provocativa sobre lo que está llegando en relación a la (r)evolución laboral y cuál creo debe ser nuestra actitud al respecto.
La advertencia para mí es clara: si alguien (o algo) puede hacer algún día tu trabajo más deprisa, más fiable, más barato y más sencillo, aprendiendo de paso en el camino , tienes bastantes números de que tarde o temprano tu silla la ocupe virtual, parcial y gradualmente un algoritmo. Sea cual sea nuestro negocio y nuestras labores creo que jugaremos bien nuestras cartas si contamos con este repoker de ases ganadores: Asimilar (lo que está pasando), Aprender (de forma constante), Adaptarnos (a todo y a todos), Actuar (para ser responsables y no víctimas) y Aportar (sean quienes sean nuestros clientes).
Debemos hacernos de forma honesta y valiente esta estimulante autoadvertencia: O aportamos o nos apartarán.
Así como el inicio de la implantación de cajeros automáticos en los 70 para el mundo de la banca irrumpió entonces una revolución (para clientes y empleados) parecerá ahora simple postureo comparado con todo lo que está llegando a ese sector y por extensión a todo aquel digitalizable (o sea, a todos).
Hamburgueserías y hoteles atendidos sin personal, abogados electrónicos que realizan gestiones en un pis pas, crónicas deportivas que aparecen a los pocos minutos del pitido final sin que ninguna mano haya pulsado tecla alguna, asistentes virtuales que gestionan quejas o atienden consultas con la más electrónica y eficaz de las sonrisas…
Si todas estas noticias que empiezan a asomar en los medios te suenan a amenaza, no te preocupes, ocúpate. Reflexiona sobre lo que haces, para qué lo haces y para quién lo haces. Conéctalo con la cuenta de resultados de tu compañía, con la misión de tu organización, con los retos de tu departamento, con las expectativas y objetivos de tu jefe y tus colaboradores. Revisa si lo que estudiaste (y quizá exhibes) hace ya unos cuantos abriles, sigue siendo suficiente y decide con prontitud como vas a crecer para no quedarte cada vez más pequeño.
Por encima de todo, no te quedes contemplando cómo pasan las cosas pensando que ocurren muy lejos, haz ya un ejercicio de imaginación en que la próxima víctima de las máquinas puedes ser tú y dedícate de una vez el tiempo que mereces a revisar tus carencias y competencias, tus motivaciones y oportunidades para decidir todo lo que debes hacer para tener lista tu versión 2.0 a tiempo y antes que los demás
Si por el contrario, por tu edad y trayectoria eres de los que consideras tu “puesto consolidado” (dos palabras que cada vez es más difícil pronunciar juntas) y tienes hijos en formación, quizá te inspires más en ellos para encontrar ese necesario sentido de urgencia. Quiénes son, qué les gusta, qué están estudiando, en qué invierten, qué valor podrán aportar y a qué clientes…para qué tipo de futuro se están preparando ?
A medida que la rapidez, la eficacia, la ciencia y la eficiencia nos empujan a todos, los más conscientes, motivados, proactivos y conectados son los que tendrán (y merecerán) más oportunidades.
Dejando al margen el impacto social de esta nueva revolución del trabajo, que obviamente merece capítulo aparte, creo que estos camaleónicos supervivientes son los que no sólo resistirán el ataque de los clones, si no que cabalgarán triunfantes sobre ellos entre una manada de dinosaurios aturdidos en busca de su queso que pensarán apesadumbrados… quién se lo iba a imaquinar !