Sábado de rodaje para el video clip de mi vida. Acompañamos a mi hija Laura en su graduación tras cuatro intensos y singulares años para todos. Decenas de jóvenes exultantes. Mezcla de sensaciones : nervios por la relevancia del momento, orgullo por el logro y ganas mal contenidas de celebración a lo grande.
Discursos emotivos y bellas canciones compensaron algún que otro sermón desbocado. Momentos de gloria para unos y otras y sensación colectiva de final e inicio de etapa.
En el estrado, profesores y especialistas del conocimiento y el aprendizaje
En las primeras filas, personas jóvenes con talento, sonrientes y dispuestas a explorar el nuevo mundo
Frente a los jóvenes y llenando el recinto hasta la bandera, padres y madres mirando, admirando y valorando lo fugaz del tiempo entre matriculación y graduación, pandemia de por medio.
Mayoría de boomers. Generación aconsejada cuando no impuesta a estudiar para conseguir un trabajo «serio» y «estable» para toda la vida. Dos adjetivos que a mis hijos les generan dudas más que razonables
Reunión multigeneracional sumando energía positiva en un evento que hacemos memorable
Graduarnos para ver más y mejor
Los jóvenes y no tan jóvenes, necesitamos también graduarnos la vista para detectar posibles problemas de visión. Entender el contexto y anticipar es cada vez más relevante. Los tiempos han cambiado desde que esos padres éramos niños. Unos años de estudios superiores siguen siendo muy valiosos pero del todo insuficientes para un mundo en cambio constante.
Graduarse para la vida requiere mucho más tiempo y recursos que algunos conocimientos y credenciales Share on XPrecisamos más que nunca de una mirada distinta y curiosa hacia el entorno, el futuro y también hacia nosotros mismos. Los retos que afrontamos y los que vendrán nos demandan habilidades que no suelen entrenarse en las aulas. Necesitamos más autoconciencia, empatía, constancia, paciencia, valentía para asumir riesgos y tomar decisiones, capacidad de trabajo en equipos diversos, motivación y disposición al aprendizaje intencional y permanente, flexibilidad, resiliencia…
Habilidades que como padres y madres hemos visto también expuestas desde que nuestros hijos nacieron. Al fin y al cabo nadie nos formó ni certificó para ese rol tan complicado y apasionante
Un rol sobre en el que sólo nuestros hijos (beneficiarios y sufridores) podrán aprobarnos o suspendernos, esperemos que con indulgencia y opción a recuperar en septiembre
Les equipamos con educación, consejos y herramientas que les puedan ayudar en el camino. Con la bondad como fundamento y unos valores como brújula emocional. Conscientes también de que no nos pertenecen.
Como solemos decir en casa, no son nuestros hijos, somos sus padres. Share on XUn cambio de perspectiva que nos recuerda nuestra responsabilidad. Somos padres, educadores y acompañantes de vida impuestos y no necesariamente expertos. Aprendemos a ser padres y madres ejerciendo y aprendiendo a diario. De nuestros hijos y de otras personas con experiencia. Combatimos con dificultad nuestros egos, miedos, sesgos y excesos de confianza. Con ese amor como motor que a veces también nos nubla.
Ahora para nuestros hijos y para nosotros se inicia una nueva etapa. Una que enfoca también en la búsqueda de trabajo. Idealmente uno que les guste y para el que estén preparados. Uno que seguro cambiará parcial o totalmente con los años y la tecnología omnipresente.
El que se activa con la conciencia de que nunca sabremos suficiente ni sobre cualquier trabajo ni sobre esa carrera de fondo que es ser padres
Y en toda carrera más o menos larga (estudiantil, profesional o vital) hay tiempo para todo. Momentos en que toca estudiar, aprender, momentos para trabajar duro, ponernos a prueba, dudar, decidir, cambiar, sufrir, reir o llorar . Viviremos todos esos momentos acompañados de aquellos con quien compartamos camino. Como todas esas caras sonrientes que el sábado subían al estrado para celebrar su graduación.
Este sábado tocaba disfrutar