A menudo, camino temprano rumbo a la oficina en el centro de Barcelona por una de las calles más hermosas de la ciudad, la Rambla de Catalunya. Un paseo matinal flanqueado de árboles y comercios somnolientos que es escenario de mis mantras matutinos y alegoría diaria del camino de la vida.
En escasos 30 min me cruzo con todo tipo de personas que avanzan apresuradadas, serenas, determinadas o desesperadas hacia su destino, como en la vida.
Algunas vienen de cara con miradas o sonrisas cómplices, otras caminan a mi lado con ritmo sorprendentemente acompasado, otras intuyo que me observan a distancia juzgando cualquier detalle que les aleje de sí mismos.
Miro a muchas personas jóvenes, activas pero autistas en sus video clips mentales a ritmo de auriculares. Miro también a los turistas, a los que intento emular, que se levantan temprano con ojos curiosos para devorar todo lo bueno que el día y la ciudad les depara. Van sin pausa pero sin prisa, contemplan y divagan disfrutando como niños de cada detalle. Miro también a los que no esperan nada de la vida porque ya sólo les quedan fuerzas para sentarse en la calle y reclamar solidaridad. A estos les vemos poco porque desde el miedo y la desconfianza, miramos poco .
Mientras la mayoría de personas parecen tener siempre prisa, intuyo que no todos saben realmente a dónde van, como en la vida. Sea cual sea nuestro destino, todos nos paramos cada cierto tiempo frente a un semáforo, una luz ámbar que nos alerta de un peligro o un rojo inequívoco que nos urge a parar, pensar y actuar antes de retomar nuestro rumbo.
A nuestro alrededor todo se mueve y cambia a menudo, negocios que cierran agónicamente y otros que irrumpen con fuerza e ilusión, personas que corren a una entrevista de trabajo y otras que se sientan en un banco porque el suyo les despidió, personas que van, vienen, vuelven, buscan, se buscan, todos parados frente a un semáforo contemplando la manada metálica que nos regala humo y ruido cada amanecer.
Llegamos al final de esta rambla 2015, momento de hacer balance y pensar, para mí camino intenso y lleno de cosas buenas, nuevos hábitos, muchos aprendizajes y lo más importante, personas que he tenido el placer de descubrir o redescubrir y junto a las que espero tener el privilegio de seguir caminando. Cuando lean estas líneas seguro que sabrán reconocerse. Gracias a todos por sumar
Al final de la Rambla de Catalunya le sigue el comienzo de una Rambla mayor, amplia y larga, llena de opciones y febril actividad, una nueva y excitante invitación al camino de la vida en plenitud, y al fondo… un mar de oportunidades.
Felices fiestas y un gran 2016 para tod@s vosotr@s y l@s vuestr@s !