La inteligencia artificial está de moda, la nueva electricidad, tecnología exponencial que tendrá un impacto sin precedentes en los grandes retos de la humanidad.

En pleno hype de tendencias siempre es recomendable leer mucho y desde ópticas divergentes para ejercitar nuestro espíritu crítico. Aprender y tomar distancia para tener criterio propio nos permite entender y afrontar riesgos y oportunidades. Un ejemplo podría ser este curso digital de Coursera que recomiendo. En menos de 8 horas y sólo con tiempo y curiosidad, el didáctico gurú de la materia Andrew NG (compro una vocal) guía en el camino de descubrimiento que tarde o temprano todos debemos emprender .

También eventos recientes sobre inteligencia artificial y management del siglo XXI, debaten sobre el tema. Directivos inmigrantes digitales escuchan, asumen y asienten quizá demasiado (preguntando poco para un tema tan controvertido). Exploración del impacto de una tecnología que muchos ven, en mi opinión, demasiado lejana a su realidad.

Quizá no hayan leído el reciente estudio del MIT que apunta a la predisposición de las personas para aceptar órdenes de una IA. Allí se expone que una cosa es dar instrucciones con eficiencia, a tiempo y basadas objetivamente en datos y otra muy distinta liderar a un equipo para inspirarles a dar lo mejor . Para lo segundo son necesarias habilidades y competencias difícilmente automatizables y basadas en la confianza mutua, algo muy lejano hoy entre humanos y máquinas.

Como “las ciencias adelantan hoy que es una barbaridad” como en la famosa verbena de la paloma me planteé recopilar unas especificaciones para los algoritmos de esta futura gerencIA artificial. Basados en lo que aprendí de mis managers, que en 32 años han sido muchos y buenos. Visiones, criterios y especialmente comportamientos que merecen trascender a su carrera profesional. Inspirado en ellos una gerencia artificial debería tener en sus algoritmos…

Humildad natural, que es una buena manera de aprender siempre y no dejarse vencer por el ego, si es que éste aparece también en la IA por nuestros sesgos.

Visión de futuro, invitando a los demás a pensar en grande y ayudando a entender lo que vendrá estimulando a crear esa nueva realidad.

Anticipación, priorizando futuro primero en su mente y luego en su agenda.

Criterio propio, escuchando a todos pero con espíritu crítico y siendo fiel al valor por el que ejerce su posición, sin sucumbir a jerarquías ni expectativas externas.

Responsabilidad, predicando con el ejemplo para estar a la altura de una marca, de un cliente, de un equipo, de unos empleados.

Confianza, creyendo en sus colaboradores (más a veces que ellos mismos) y tratando a todos por igual y como pueden llegar a ser.

Generosidad, con sus conocimientos, tiempo, energía y atención. Recibimos lo que damos.

Intención, todo debería tener un para qué a tener siempre presente. Si éste no existe o no está claro, quizá conviene pensar más antes de actuar. La ejecución por inercia no es lo correcto por defecto.

Valentía, sin avasallar, desde la autoestima y para decir y hacer siempre lo correcto en el momento oportuno.

Coherencia en el pensar, sentir y hacer. Para generar credibilidad y autoridad más allá del cargo.

Autenticidad, siendo e invitando a ser lo que somos y a aportar lo mejor desde esa singularidad.

Liviandad, para tomar distancia y relativizar desde el compromiso. Autoconciencia para no añadir presión ni incógnitas a un entorno incierto, complejo y cambiante.

Sentido de equipo, todos para uno y uno para todos. Ningún logro relevante que recuerde se hizo desde la individualidad.

Diversión, trabajar y reír es compatible, felices trabajamos mejor y somos más productivos. El sentido del humor debe estar tan presente con el de la responsabilidad y el común. Suman e inciden en el entorno en positivo.

Valores, la brújula de nuestras decisiones importantes. Siempre personales pero banderas de la ética que hace a personas y empresas humanas. Mis mejores managers los tenían claros y ejercían.

Bondad, recuerdo grandes profesionales que eran también grandes personas, vulnerables y conscientes de sí mismas y de su impacto. Ser grandes en lo personal y en lo profesional hacía que muchos quisieramos trabajar y crecer a su lado .

Seguro que faltan especificaciones para un cibermanager perfecto, si es que eso es posible o necesario, éstas son sólo una parte de lo que a mí me ha tocado vivir pero creo que con managers autoconscientes y con mentalidad de crecimiento, los ingenieros tienen mucho trabajo por delante para tan sólo acercarse al impacto de un líder humano.

Con agradecimiento a mis managers desde 1986 hasta hoy: Néstor, Mº Matilde, Mayte, Marta, Miguel Antonio, José, Pep, Blai, Paco, Pere, Blanca, Manuel, Josep, Xavier, Federico, Nico, Esther, Mª Jesús, Aitor y Gonzalo