El movimiento se demuestra andando

El cambio de año siempre parece un momento oportuno para los buenos propósitos. Estos días, los medios y nuestra conciencia nos invitan a reflexionar y automotivarnos sobre nuestros deberes pendientes de autoentrega.
Empezar una nueva hoja en blanco, estrenar agenda, el primer día de algo, o el efecto péndulo de los excesos consumistas de diciembre, parecen momentos propicios para iniciar el camino recto y más enérgico hacia nuestros objetivos de corto y largo plazo.
Claro está que por otra parte, tambien los medios y nuestra conciencia nos recuerdan que más del 80% de estos propósitos de año nuevo pierden fuerza a las pocas semanas (si no a los pocos días) y creo que una de las claves está en la motivación.
Ya hemos hablado otras veces de ello en este blog pero con un año recién estrenado creo que es oportuno dedicarnos una hora a repasar nuestros objetivos, tanto personales como profesionales y concretar una serie de acciones que nos encaminen hacia ellos. Uno de los motores de la motivación es el reconocimiento y una de la causas de que nuestra lista de “pendientes” se alargue es que nadie nos aplaude ni nos persigue por ella más que nosotros mismos, por tanto quizá sea bueno comenzar con algunos pequeños logros.
Concretar el plan de este mes, no más allá, y combinar temas triviales y primeros pasos de temás más fundamentales será un buen comienzo. Escribamos una lista priorizada de pequeñas tareas, cuyo esfuerzo sea asumible y cuyo resultado nos motive para retos mayores.
El simple hecho de hacer inventario descarga nuestra conciencia sobre un papel y nos obliga a dedicar un tiempo a cada tema (como mínimo, el necesario para plasmarlo en el papel y que nos mire amenazante y retador cada mañana)
Otra ayuda importante puede ser encontrar compañeros/as de viaje. Dado que ahora estamos todos más predispuestos, compartir y exponer nuestros planes con la familia, un amigo o un colega profesional nos comprometerá más y contribuirá a lo más importante, evolucionar desde la buena voluntad, pasando por las intenciones, llegando a los compromisos y derivando en lo más importante y único que realmente importa : la acción.
Antes de que seais devorados por el mar de la apatía y la frustración de vuestros eternos deberes pendientes, y dado que parece que enero sopla buen viento, aprovechad la ola para subir a la tabla (que os van a traer los reyes), mirad al horizonte y surfead con un colega hasta la próxima isla. Dicen que desde allí, la vista es espectacular…

“El movimiento se demuestra andando” (Vida de los filósofos ilustres – Diógenes Laercio, primera mitad del siglo III).

Joan Clotet