El despilfarro o gasto excesivo o innecesario de recursos, dinero, tiempo, energía, etc. se acentúa cuando toda la tecnología digital de la que disponemos evidencia la distancia entre lo que las personas podemos y queremos hacer.
En tiempos de imprescindible agilidad, la tecnología nos invita a hacer mejor nuestras tareas o simplemente dejar de hacerlas si éstas no aportan valor. Cuando soltamos, desaprendemos o nos transformamos, acelerados o no digitalmente, la palanca está siempre en nosotros, las personas y en nuestros distintos ritmos de adopción de lo nuevo.
En este contexto y con la intención de contribuir a la conciencia de un menor despilfarro en la era digital comparto aquí algunas reflexiones con las que quizá os sintais identificados cuando mirais a vuestro entorno.
«El trabajo es un estado, no un lugar»
Modernízate para aportar valor y resultados desde cualquier lugar. Desde tu mesa si la tienes, desde una sala de reuniones, un tren, un avión o desde tu casa si tienes lo medios y te dejan. Acaso aporta algún valor la «denominación de origen» de tu producto o entregable ? Asegúrate en cualquier caso de que el espacio y recursos que ponen a tu disposición en tu centro de trabajo valgan lo que cuestan.
“El tiempo y la atención son dinero «
No invadas digitalmente ni distraigas a los demás sin sentido. No comuniques por defecto por mail (y menos con copia) lo que ni debería ser comunicado. Utiliza los entornos colaborativos en lugar de llenar buzones ajenos (espacio, energía, atención) sin cuestionarte o acordar con tus interlocutores habituales el mejor canal. Recuerda que todos estamos a un clic de ser spam.
«Ocúpate de no ocupar»
Por orden en tu entorno físico y también en el digital. No reserves salas de reuniones ni medios por defecto. La mejor reunión es muchas veces la que no es necesaria y si lo es debe ser gestionada, corta, con reflexión previa y decisiones/acciones (compartidas en digital). Si dispones de los medios de videoconferencia y colaboración, que tu desidia no obligue a los demás a desplazarse y perder tiempo y dinero cuando no tenga sentido ni sea necesario el contacto personal, una mirada cara a cara o un apretón de manos.
«Deja una buena impresión dejando de imprimir«
Imprime poco. Si el consumo de papel, toner, energía y los riesgos asociados a la información a la vista no son argumentos suficientes, piensa en el coste y tu propio tiempo de gestión de lo efímero. En la era digital lo que sale por la impresora ya está obsoleto.
«No seas Diógenes digital»
Ordena. Todos hemos conocido a personas que acumulan carpetas, archivos y papeles para delimitar su espacio con armarios y aparentar ocupación y multitarea. Ahora todo eso es invisible pero nunca gratis. Mariekondízate digitalmente. Decide cómo organizarte, guarda sólo lo necesario y mantén el orden para encontrar siempre lo necesario en el momento oportuno. De nuevo el tiempo, es dinero
«Ni tú ni nadie es tan bueno como todos juntos»
Comparte y colabora. Ya no importa tanto lo que sabes como lo que ayudas a saber a los demás. Valoramos más a quien aprende de forma constante (por tanto siempre sabe más) y comparte en favor del ecosistema. Tu crecimiento y contribución es también proporcional a tu capacidad de ayudar a los demás a conseguir sus objetivos. Utiliza los sistemas colaborativos para que las palabras con valor no se pierdan como lágrimas en la lluvia o en el mar de los correos. No te limites a colaborar con las personas a las que tienes acceso físico, funcional o jerárquico. La vía digital te abre al mundo y el mundo necesita de tus aportaciones.
Las organizaciones de éxito son las que aprenden y comparten conocimiento para adaptarse, reinventarse e innovar de forma constante. Los autodenominados gurús que utilizan su conocimiento como parapeto y pedestal no son ya de este siglo.
“Nadie es lo que parece ni sólo el trabajo que hace”
No etiquetes. Cada profesional debería estar en el puesto adecuado en el momento oportuno. Ese es un reto permanente para toda organización y para cada individuo. Para contribuir a ello no prejuzgues capacidades y motivaciones simplemente por lo que pone una tarjeta de visita (si aún las usas) o los estereotipos funcionales. Lo digital nos acerca pero también nos aleja. Invierte tiempo en conocer a las personas que te rodean (no sólo físicamente) y crea relaciones y sinergias desde el interés genuino y la generosidad.
Observa a tu alrededor, si ves personas que parecen hacer siempre lo mismo, nunca sonríen, hablan poco o nada y no parecen reaccionar a un estímulo humano, quizá no sean ya personas. Si le quitamos el trabajo a un robot, un día el robot nos lo quitará a nosotros. Cada persona es una oportunidad, ejerce humanismo y recibirás humanidad.
Este post es un pequeño homenaje al Manual contra el despilfarro , pequeña joya y documento de referencia para la gestión (del talento, la eficiencia y la innovación) escrito en 1962 por Don Rafael del Pino y Moreno, fundador de Ferrovial.
Puedes consultarlo (en digital !) al final del siguiente link
¡Es genial! Yo sacaría un documento en PDF con los títulos grandes y la breve reflexión debajo, con un formato chulo 🙂
gracias Roman ! En PDF para consultar en pantalla verdad ? 😉 un abrazo !!!
Interesantes ideas y además fáciles de poner en marcha. El problema es más cultural que de otro tipo.
Así es. Saber conectar el potencial con los beneficios para cada persona es uno de los retos. Cada organización debe ver cómo estimular nuevas formas de trabajar para ser más eficientes y reducir distancias. Gracias por leer y aportar!
Gracias
Muy oportuno y cierto
Y olvidado. Habrá q sacar copia!!!
Gracias María por leer y comentar
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