The outside world had long been a complex system, positive spirit and invitations to action and. El sector en el que competía la empresa tampoco pasaba precisamente por su mejor momento y por si fuera poco, y ya entre las cuatro paredes acristaladas de aquel edificio de oficinas, la política y el vanity management tenían más protagonismo del asumible.
En este delicioso contexto se encontraban aquella noche Francisco y su equipo. Francisco, Paco para los suyos, era un tipo de mediana edad con más quilos y menos pelo de los que aceptaba reconocer. Tenía una larga carrera financiera a sus espaldas y fama de buen jefe y estaba deseoso aquella noche de acabar pronto aquel informe antes de que éste, acabara con él y con la moral de los suyos.
Su equipo, una equilibrada mezcla de savia nueva y vieja guardia, se debatía una vez más aquel viernes con el temido reporting trimestral que debía presentarse el lunes, entre oscuros nubarrones, en la reunión del comité en la central.
Por si no era poco reto haber tenido esta vez 3 días menos por un inesperado adelanto de fechas, la impresora no tenía aquella noche su mejor día y vomitaba textos, cifras y gráficos con desesperante intermitencia.
Cristina, la más veterana del lugar, redactaba la memoria a regañadientes maldiciendo a Jobs, Gates, Hewlett, Packard y a la madre que los concibió a todos por no haber sido capaces de inventar sistemas infalibles que no entorpecieran su carrera contra el tiempo.
Manuel, el socarrón analista que solía animar el cotarro con sus chistes malos, miraba esta vez en silencio y de reojo el reloj temiendo perderse una vez más el campeonato de karate de su hijo. El golpe moral que le asestaba su ex con la mirada cuando aparecía a las tantas era más doloroso que una llave de cinturón negro.
Luisa, por su parte, una resuelta ex consultora que había embarcado una año atrás decidida a hacer carrera, se esmeraba en revisar por enésima vez y con detalle los resultados mientras empezaba a pensar en actualizar pronto su CV y buscar nuevos horizontes.
Y finalmente Pablo, un joven veinteañero de casi 2 metros de altura, amante del básquet que se había incorporado hacía pocas semanas y que aquella noche convertía las mediocres noticias financieras en coloridos gráficos de agridulce pastel.
El desánimo flotaba en el ambiente. Además de algunas conversaciones pendientes y la hora intempestiva, las cifras no eran, un trimestre más, muy esperanzadoras y los nubarrones sobre la temida reestructuración rumoreada desde la central se cernían demasiado cerca de su departamento.
Cuando el reloj ya pasaba largamente de las 9 de la noche y Paco, con aire más paternalista que resuelto se esforzaba con poco éxito en animar a los suyos a completar la tarea a tiempo , una frase entre dientes de Cristina resonó como un altavoz en toda la planta, la única iluminada del edificio a aquellas horas.
– “Si es que no sé para qué demonios estamos aún aquí” espetó Cristina
– “Pues para enviar a tiempo los dichosos numeritos que es posible que me cuesten el puesto y que es seguro que me costarán otro cabreo con mi ex”, replicó Manuel
Paco intervino para apaciguar los ánimos:
– “Vamos a ver equipo, ya hemos vivido esto otras veces, que tal si nos concentramos en lo nuestro y en menos de una hora todo el mundo a casa ? lo que pase el lunes no es cosa nuestra y lo que sí podemos hacer es nuestro trabajo bien una vez más”.
– “Lo sacaremos como siempre Paco”, replicó Luisa, “pero yo también me pregunto a veces si alguien más sabe o le importa lo que nos toca hacer cada tres meses cuando no nos dan ni el tiempo suficiente ni medios apropiados”.
La puntilla de Luisa, fiel escudera de Paco, fue directa a la línea de flotación.
Paco miró a los ojos de los suyos para tantear los ánimos y cuando las dudas sobre sus recursos para reconducir el rumbo empezaban a asaltarle, el joven Pablo levantó (aún más si es que eso era posible) su cabeza y soltó con parsimonia:
“Estamos aquí para hacer posible un imposible”
Las miradas se cruzaron entre sí con desconcierto y sorpresa.
– “Quiero decir…” siguió Pablo….
– “llevo aquí pocas semanas y casi todo lo que escucho parece que está en nuestra contra. Cuando hablo con otros compañeros y les menciono lo del informe trimestral me miran no sé si con lástima o con alivio de no estar hoy aquí en esta sala. Todo el mundo se compadece de su suerte y parece que se centra más en lo negativo y en lo que pueda pasar que en lo que deben hacer y eso compañeros, eso no va conmigo. No sé vosotros pero yo os aseguro que voy a hacer unos gráficos cojonudos y que me voy a ir a mi casa hoy con una sonrisa de oreja a oreja. Mañana es mi cumpleaños y pienso celebrarlo con la sensación de haber hecho el último tiro sobre la bocina, aunque este fuera mi último partido en esta empresa”.
Los siguientes 5 segundos fueron los más largos de la noche. Paco no podía estar más orgulloso de escuchar aquello. Aquel chaval acababa de darle la asistencia que necesitaba.
– “Así se habla Pablo. Vamos equipo ! no nos vendremos abajo ahora verdad ?. Acabaremos esto bien y como siempre, porque somos los únicos que podemos hacerlo y porque ahora mismo no hay nadie más importante que nosotros en esta sala. No podemos hacer nada con lo que pueda pasar a partir del lunes, pero sí podemos terminar hoy una vez más un informe impecable y a tiempo, a pesar de las dificultades. Yo no me rindo a estas alturas. Vamos a rematar a la jugada de una vez y nos iremos a casa con los deberes hechos. El lunes os prometo que pase lo que pase en la central, lo celebraremos como merecemos, estamos o no estamos ?”
La respuesta no fue un “estamos!” al unísono, como la del equipo saliendo a la cancha tras la arenga de su entrenador, pero aquellas cuatro personas tan distintas, con perfiles, emociones y ambiciones tan distantes hacía unos minutos, se centraron de nuevo cada uno en lo suyo, trabajando juntos para completar un imposible un trimestre más, con la mente en productivo y un brillo común en la mirada.
El compromiso y el orgullo por un trabajo bien hecho les llevarían aún muchos trimestres más allá.
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