El pasado fin de semana acudí a mi cita anual con la montaña, la Matagalls-Montserrat, una travesía nocturna en la que el reto es recorrer la distancia entre dos puntos (84 km.) en menos de 24 horas. El ambiente de una prueba como esta, lejos de ser un encuentro elitista para osados deportistas de aventura es una variada convención de seres humanos con un reto comun, piernas de hierro y mentes determinadas.
En los equipados cuerpos descubrimos auténticos superhombres y mujeres, fajados en mil batallas deportivas, cuyo objetivo no es ya llegar sino superar su marca del año anterior, objetivo para el que se han preparado a conciencia durante meses. Estos héroes de la montaña, son una muestra de eficiencia en sus movimientos, su equipamiento, su mentalidad… De todos modos, entre tantos deportistas que afrontan su cita anual , me quedo con otro tipo de participante. Me fijo en el hombre de más de sesenta de mirada confiada y atuendo dominguero, que llegará a la cima mucho antes que la mayoría. Me quedo con el orgulloso padre con su hijo de 12 años, ya preparado para gestas como esta. Me quedo con las sufridas miradas que ignoran la fatiga de sus piernas para empujarlas hasta la cima. Me quedo con los aplausos de la pareja que recibe a su emocionado/a amado/a en sus últimos escalones hacia el templo. Me quedo con la labor, los ánimos y el calor de los que organizan y colaboran en la travesía, repartiendo caldo y sonrisas durante todo el trayecto. Me quedo con la fuerza mental de todos los que, agotados en el km. 40, empuñan sus palos para que les ayuden a superar 40 más.
En definitiva, admiro a todos aquellos que se marcan un objetivo ambicioso, se preparan a conciencia y se superan día a día. Pero lo que realmente me sorprende es la capacidad de nuestra mente de llevarnos más allá de nuestros límites conocidos, siempre que nuestra motivación y compromiso nos aporten la energía necesaria para ignorar nuestros miedos.
Quizá no es necesario machacarnos tanto para demostrarnos que podemos, pero si quereis sorprenderos y admirar la inagotable capacidad de las personas para superar sus limitaciones, os emplazo a que paseis el tercer domingo de septiembre por la montaña de Montserrat para recibir con un aplauso a gran cantidad de héroes anónimos. Sus logros ridiculizan nuestros miedos diarios a afrontar retos para los que todos, aunque no lo queramos saber, estamos potenciamente preparados.
Amigos, como decía a menudo mi padre: «Qui vol, pot» (Quien quiere, puede).
Joan Clotet
Opino igual que tu. Jo demà pretenc fer la meva primera marató, i és de muntanya. Com que hi ha 9 hores per a fer el recorregut, la teoria és córrer a les baixades i caminar a les pujades. No sé pas si resistiré tant, ni estic prou entrenada ni del tot mentalitzada… probaré i ja veurem.