Hoy he tenido la oportunidad de visitar la feria más importante sobre telefonía móvil celebrada en Barcelona. Perdidos entre cientos de ejecutivos de todos los países y abrumados por la profusión marketiniana de las grandes marcas, cientos de personas de todos los colores nos movíamos de un lado a otro con nuestros terminales colgados al cuello o pegados a los oídos. Profusos o aburridos comerciales, músicas inquietantes, performance espectaculares, atractivas azafatas vestidas de astronautas y miles y miles de cachivaches de todos los tamaños y diseños nos rodean en un Port Aventura de la tecnología móvil.
Mientras amables azafatos/as acercan sus terminales lectores a nuestra tarjeta de identificación para saber al instante quién somos, de donde entramos y salimos, quien sabe si a dónde vamos, etc. probablemente, a nuestro buzón de correo electrónico nos esté ya llegando información técnica y comercial, fotos y videos de los artículos en cuestión y hasta es probable que, tras duras negocaciones por videoconferencia, realicemos miles de pedidos y transferencias bancarias por internet que engorden aún más los ya apabullantes presupuestos de las citadas marcas…
Cuando salía, con el aire fresco en la cara y disuadido por las largas colas de encorbatados yuppies esperando taxi, me he adentrado en el subsuelo barcelonés para coger el metro que me llevara de nuevo al centro.
A pesar de toda la modernidad y virtualidad vivida en sólo una hora, algunas cosas me han devuelto a la realidad más mundana: la masificación en los vagones, el variado puzzle de caras y vidas tras ellas, los aromas y sensaciones del transporte público, el paisaje cuando emerges en plena rambla, las tiendas centenarias, artesanos tradicionales, andrajosos pordioseros….
Está claro que vivimos una época en que la tecnología inunda todos los aspectos de nuestra vida pero, por suerte, aún podemos desconectarnos de ella disfrutando de un crujiente croissant arropado por una taza de chocolate caliente en una centenaria callejuela con cientos de detalles con los que fascinarse sin el menor atisbo de tecnología…
todo esto, en foto de alta resolución o en video de alta velocidad HSDPU 3D por e-mail seguro que no sería lo mismo…
Joan Clotet