En una sala repleta del congreso sobre emprendedores BizBarcelona la presentadora, con una cordial sonrisa y tras proyectar este emocionante video sobre miedo, propósito y toma de decisiones en la vida, reta a la audiencia con esta pregunta:
«¿Quién quiere compartir con todos su concepto de éxito?»
unos segundos de murmullo y miradas cómplices hasta que un valiente rompe el hielo: «para mí es irme a dormir cada noche con la conciencia tranquila y habiendo aprovechado la jornada». Otra mano se levanta : «para mí conocerse a tiempo y poner talento y motivaciones en favor de los demás». Una tercera expone con convicción «la libertad: poder hacer siempre lo que quiero, cuándo quiero y con quién quiero».
Reflexionar sobre el éxito, la plenitud o la felicidad profesional es algo sobre lo que muchos evitan profundizar demasiado quizá para no ser más conscientes de su realidad, de su miedo al cambio o simplemente seguir a flote en el concurrido mar del día a día.
Que en el entorno empresarial se hable de felicidad es afortunadamente cada vez más frecuente. Pasamos demasiadas horas trabajando como para no aspirar a hacerlo en un entorno que, como mínimo, no nos haga terminar la jornada menos felices que al iniciarla. Las empresas saben también ahora que para competir por talento deben cuidar a las personas.
Reflexionamos sobre ello y sobre los retos de la era digital en esta jornada en El Economista donde coincidíamos en que los gestores de personas tenemos que mejorar si queremos entender, atraer y fidelizar el talento en la era en que trabajar y pagar facturas no es el único objetivo para todos.
Esta felicidad o plenitud profesional es un tema variable en el tiempo y muy personal, quizá sea un equilibrio entre la gestión de los eventos que experimentamos en la vida y nuestras propias expectativas como formuló hace un tiempo el ex Googler Mo Gawdat. También desde la universidad de Harvard investigaron al respecto y consideran que el sentido de pertenencia, la visión de futuro y tener apoyo son las 3 claves de los trabajadores felices y por tanto de las empresas más felices y exitosas
Pero esta búsqueda de la felicidad y sus fórmulas nació probablemente con el hombre, una vez las necesidades más básicas (sobrevivir) estaban ya cubiertas. Los clásicos nos dieron ya buenas pistas que bien podríamos enmarcar en nuestro día a día laboral: «enfocar nuestros esfuerzos y energías en aquello que depende de nosotros y dejar con aceptación que el universo se encargue del resto » como decían los estoicos y mi admirado Pablo Tovar trata de ejercer y poner en valor en sus textos y conversaciones.
No sé si el universo resolverá los marrones o soportará a ese mal jefe os preguntareis irónicamente así que sugiero que mejor nos concentremos en lo del foco individual..
También Boecio nos instaba antaño a buscar la felicidad en nosotros mismos y no fuera de nosotros. Si ésta depende demasiado de lo externo (cargo, influencia, posesiones, reconocimiento, etc.), cuando estos cambian, peligran o desaparecen perdemos autoestima e incluso la identidad. Un ejemplo positivo lo encontré en la respuesta que dió un directivo de mi empresa tras una presentación de su trayectoria en un curso interno de liderazgo. A la pregunta de cómo había manejado haber «subido y bajado» en la organización en los últimos años en sus distintos roles internacionales, su respuesta fue clara:
«trabajo en proyectos con sentido en los que me siento valorado y en que puedo aportar. Disfruto además con los retos, haciendo equipo y ayudando a aprender a los demás«
El resto no es lo realmente importante. Unos le llaman a esto vocación, otros propósito, otros estoica aceptación y foco en lo que depende de uno. Yo lo llamo humildad, versatilidad y un gran ejemplo del liderazgo que empieza siempre en uno mismo.
Para terminar, si a la posible insatisfacción laboral le añadimos incertidumbre de futuro, ya sea por ser comprados, vendidos, reorganizados o sustituidos por tecnología a medio o largo plazo, tenemos un contexto algo incómodo en el que sugiero nos entrenemos a sentirnos cada vez más confortables, tratando de influir en lo posible pero concentrándonos siempre en lo que está en nuestras manos.
Ante la incertidumbre y volviendo a los clásicos quizá nos será útil tener siempre a mano tres preguntas, síntesis de la filosofía de Kant, que he redescubierto en esta fantástica conversación sobre la felicidad con Victoria Camps que invita al esfuerzo y el aprendizaje en el camino de su búsqueda .
Qué puedo conocer ?
Qué debo hacer ?
Qué puedo esperar si hago lo que debo ?
Una entrada muy interesante y con la calidad habitual, Joan, en este caso con muy buenas referencias externas.
Y, además, me ha inspirado el que creo que será mi último post de esta temporada, antes de las vacaciones de verano.
Te mantendré «informado ;-).
Muchas gracias Jose María. Te leeré con interés. Un abrazo
Gracias Joan, buen artículo, una ecuación de múltiples soluciones y ninguna igual
Así es Didac. Gracias a ti por leerlo y sumar
Cada cual, desde sus referencias personales y profesionales, puede ver el futuro mejor o peor y sentir más o menos felicidad. Entiendo que estamos ante un sentimiento muy personal que depende de cada cual. Pero a veces tengo la sensación de que cargos del estilo de los Happiness Chief Officer, de los que se empieza a saber por ahí, no hacen sino mostrar que esto se está yendo de las manos. Hablamos de felicidad en tiempos en los que se rompen los vínculos entre persona y empresa, en los que todo es «hasta el próximo aviso», en los que aparecen microtrabajos por doquier, en los que la regla básica parece ser «up to you». La crisis de confianza en las instituciones crece (empresas, por supuesto, incluidas). ¿De verdad la empresa es hoy un marco del que fiarse para construir la felicidad?
Si «Boecio nos instaba antaño a buscar la felicidad en nosotros mismos y no fuera de nosotros», ¿qué sentido tiene buscarla ahora en el marco de unas relaciones laborales asaltadas por la urgencia de la cuenta de explotación? Me temo que hoy en día en muchos casos podemos ser felices a pesar de las empresas en las que trabajamos.
Todo argumentable, por supuesto 😉
Creo que una cosa es la felicidad y la otra la felicidad laboral. Creo que lo primero depende más de nosotros y en lo segundo las empresas pueden ayudar. Pensando en compañeros de trabajo en lo que veo su actitud sigo pensando que Boecio tenía razón y que las personas cambiarán de trabajo si el que tienen les resta felicidad. Gracias por leer y aportar tus reflexiones Julen !
La felicidad, cuanta persona habrá intentado explicar su fórmula mágica! Gracias Joan por compartir tu vision ilustrada de muchas referencias inspiradoras, es un placer leerte.
Hay una pregunta o más bien una reflexión que me gustaría compartir aquí: como podemos disociar la felicidad individual de la laboral cuando el trabajo es donde pasamos la mayor parte de nuestro tiempo, al menos los como yo que trabajan de lunes a viernes de 9 a 19, y donde nos comunicamos más con otros humanos? Personalmente me siento muy feliz en mi casa con mi energía positiva, mis niños que me llenan de orgullo (porque soy en parte creadora de esas maravillas) y todo ese amor que nos rodea, pero encuentro difícil guardar la sonrisa cuando salgo a la calle o voy al trabajo porque es otro tipo de energía que encuentro y cuesta ver personas con bondad, generosidad, o ganas de trabajar juntos para un mundo mejor! Rehusó pensar que es por mi entorno porque se que esos microcosmos se repiten por todas partes. Y por eso me pregunto a mi misma: porque no se llevan todas esas ideas maravillosas a la calle, a los sitios de trabajo, en los eventos ? Porque, en el mundo fuera, no se puede ver tanto lo que se lee? Si eso fuera asi, creo habría mas energia positiva en el lugar de trabajo y eso me haria más feliz mientras trabajo!
Coincido contigo Virginie. Creo que algo que todos podemos hacer es crear esos microclimas nosotros en cada interacción. Hay muchas buenas personas escondidas tras sus personajez. Gracias por leer y aportar !