Salgo del tanatorio conmovido por el recuerdo de Antonio, el gran amigo de mi padre, que nos dejó finalmente para dejar de sufrir y quien sabe si volver a disfrutar compartiendo anécdotas de mili con su viejo camarada. Hablo brevemente con sus hijos 35 años después, evocando algún recuerdo de infancia que inspira leves sonrisas entre el dolor de la pérdida. Rosita, su mujer , intenta asumir la realidad aunque está sin estar del todo porque el sr. Alzheimer hace tiempo que le roba los recuerdos .
Una vieja foto de juventud en blanco y negro de dos amigos sonrientes y pletóricos, es el único recuerdo de su amistad que conservaremos fuera del corazón.
Antes y hoy todo es efímero y quizá por ello nos aferramos a conservar los momentos y a inmortalizarlos, multiplicarlos y compartirlos incluso antes de vivirlos al 100%. Las nuevas generaciones tendrán un abundante legado digital, ya no enmarcado y en blanco y negro, sino sonoro, filtrado, geolocalizado, socializado y digitoemocional. Una tecnología que evoluciona a velocidad de bits e intereses comerciales nos invita y empuja a plasmar lo que pensamos, sentimos, queremos y odiamos , generando una profusa realidad paralela que como sociedad estamos aún tratando de entender y asumir, que no domar.
El post humanismo, una corriente neo filosófica en un mundo donde cada vez será más difícil distinguir entre lo natural y lo artificial, salta de las mentes a los libros, de ahí a las pantallas y de nuevo a nuestros cerebros. Ya hace años Sergey Brin (Google) aspiraba a que su empresa fuera la tercera mitad de nuestro cerebro y más recientemente un hiperactivo Elon Musk vaticina con Neuralink interfaces cerebro-ordenador en menos de 5 años. Cada vez más ciencia y menos ficción.
Entre tan invasiva e inmersiva tecnología, con tanta profusión y ego digital desbocado, tanta amistad ficticia, tanto selfie y ubicuidad vacua, tanta necesidad de figurar, conectar y trascender , toman aún mayor sentido las palabras de Maya Angelou: «Las personas olvidarán lo que dijiste y lo que hiciste , pero nunca olvidarán cómo las hiciste sentir».
Olvidareis este post, se olvidarán los retweets, la mayoría de fotos con filtro se perderán como lágrimas en la lluvia digital y todos esos post ureos varios, trufados de likes pero carentes de valor, recibirán la más cruda indiferencia como post humo final.
Estamos en la era digital y tenemos más y mejores recursos para ampliar lo que somos y podemos hacer para dejar huella, pero por mucha profusión digital como estela, sólo seremos memorables en el corazón de los demás con más acciones que palabras, más afecto que efecto, más lealtad que likes y cultivando a las duras y maduras una honesta amistad con los nuestros, como la que el bueno de Antonio le regaló a mi padre durante toda una vida.
Reblogueó esto en Cristina Guadalupe.
Brutal. No tinc més paraules.
Gràcies amic autèntic